lunes, 14 de noviembre de 2011

La Liga Árabe suspende a Siria

La organización impondrá sanciones económicas y políticas al régimen de Damasco

La Liga Árabe suspendió a Siria como miembro de la organización el pasado sábado en una reunión extraordinaria celebrada en su sede de El Cairo. Además, acordaron establecer sanciones tanto políticas como económicas si el régimen de Damasco no pone en práctica el plan de paz que hace una semana Bashar al Asad aceptó “sin reservas”, y que suponía el cese de la violencia contra los opositores. Dichas sanciones entrarán en vigor el próximo miércoles si Siria no cambia de actitud, y tendrán vigencia hasta que el país ceda a las presiones. La organización panárabe también pidió a sus miembros que retiren a sus embajadores del país. Y algo incluso más preocupante para el régimen alauí: la amenaza de reconocer como representante legítimo del pueblo al Consejo Nacional Sirio, formado por miembros de la oposición. 

La intención original era mostrar una postura firme y unánime a favor de la suspensión (que en ningún caso implica la expulsión permanente de Siria como miembro de pleno derecho de la Liga Árabe), aunque finalmente solo 19 países votaron a favor. Irak se abstuvo, mientras que Líbano y Yemen se opusieron. Hay que recordar que en Yemen se está viviendo una situación similar a la siria, donde los manifestantes son reprimidos duramente por pedir la salida del presidente Saleh (quien en varias ocasiones ha aceptado la propuesta de la Liga Árabe de inmunidad política a cambio de abandonar el poder, pero que, en el último momento, se ha echado atrás repetidamente). Por su parte, Líbano está dirigido por el partido milicia chií Hezbolá, que comparte credo con la cúpula siria y es un firme aliado de Bashar al Asad. 

El representante sirio en la Liga Árabe, Yusef Ahmed, mostró su disconformidad con la decisión, a la que calificó de “ilegal” porque el organismo panárabe, alega, exige unanimidad para suspender a un Estado miembro. Además, añade que Damasco ya ha aplicado el pan de paz (lo que contrasta con los 104 fallecidos desde que Siria aceptó el plan de paz) y que la unidad árabe se está viendo minada porque algunos estados están sometidos a la voluntad de los países occidentales. 

Mientras, en el país de al Asad, la decisión ha provocado un recrudecimiento de la violencia. Los partidarios del régimen, armados con palos y cuchillos, atacaron la pasada madrugada la embajada de Arabia Saudí en Damasco y sedes diplomáticas de Turquía y Francia. El régimen de los Saud retiró el pasado agosto a su embajador en la capital siria, y Francia ha convocado al representante de Damasco en su país para pedirle explicaciones por los hechos ocurridos, a los que ha calificado de “inadmisibles”. Por otra parte, las relaciones entre Siria y Turquía cada día son más tensas. El Gobierno de Ankara ya anunció que impondría sanciones por su cuenta al régimen de Al Asad, aún cuando la ONU no hubiese alcanzado ningún acuerdo común para ello. Además, Turquía sospecha que el régimen sirio está aliado con el PKK, la guerrilla kurda que en los últimos meses ha intensificado su actividad violenta, con la consecuente reacción de las fuerzas de seguridad turcas.

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